Liderazgo en seguridad: Más allá del escenario actual, una mirada prospectiva e integradora

[Escrito por: Gonzalo Urrea. Exclusivo para Seguridad Minera] El escenario actual requiere de una mirada aguda y sistémica en cuanto a la evaluación y control de riesgos en la industria.

Por un lado la pandemia ha exigido la instalación de procedimientos y medidas de control efectivas para frenar su avance en las dotaciones. Esto ha implicado una serie de estrictos protocolos que afectan en forma directa a las personas y las instalaciones del lugar de trabajo. Mientras no exista la vacuna no se podrá seguir operando de la misma manera que conocíamos y estábamos habituados antes del Covid-19. Nuevos tipos de segregación en lugares de uso común como salas de cambio y casinos, han modificado las formas de relacionarse e interactuar. Aspectos tan cotidianos como el saludo o la forma en que se delegan las tareas al comienzo del turno se han visto afectados. Conductas reiterativas como el lavado de manos y la limpieza de EPP han llegado para quedarse.

El cambio ha sido vertiginoso y ni siquiera ha dado tiempo para decidir si estas nuevas prácticas son o no de mi agrado. Se deben acatar sin cuestionamientos, porque se fundamentan en el bien común y también en el mutuo-cuidado. Se ha visto también que las dotaciones se han visto afectadas, han disminuido en número (aprox. 60%-80% operativos). Por una parte no se requiere que todos estén en la operación, se busca proteger a aquellos más vulnerables (por ej. con preexistencias), otros ya están enfermos (hospitalizados o en residencias sanitarias). Se opta por el teletrabajo y actividades remotas mientras se pueda; esto que la tecnología ya nos permitía ejecutar antes que llegara pandemia, ahora es cotidiano.

A nivel psicológico, “el sentido común” nos señala que las personas generalmente se resisten a los cambios. En el escenario actual no queda otra opción que aceptarlos. Muchos declaran presentar ansiedad, estrés o incluso un poco de angustia. Los especialistas nos dicen que son “reacciones normales”, propias de una “respuesta humana aceptable”, para lo que está pasando. Esta el temor a infectarse y que luego pase lo mismo con un ser querido. Mientras transcurre el turno se piensa en la familia, los hijos, los ancianos. Sin duda estamos en un ambiente de tensión, en pleno desenlace.

Por otra parte hay una situación que no cambia y se refiere a la posibilidad cierta en cuanto a la ocurrencia de lesiones graves o fatales. Con o sin pandemia, las personas que se desempeñan en industrias de alto riesgo pueden verse afectados en este tipo de lamentables eventos. Desafortunadamente las cifras dan cuenta que en este periodo de pandemia si han ocurrido accidentes graves o fatales. Muchos atribuyen sus causas al efecto que ha tenido la pandemia en los trabajadores. Se dice: “no están con la mente en la tarea”.

¿Pero será esta la única causa?, ¿Podremos mejorar las actividades de prevención de accidentes mientras dure esta pandemia?, ¿Estamos en condiciones de prevenir o sólo podemos reaccionar?, ¿Qué papel juegan los líderes en todo esto?

El Liderazgo como Fortaleza

Una de las oportunidades para lograr una mejor gestión preventiva en el escenario descrito, se genera a través de un correcto ejercicio del liderazgo. La evidencia nos demuestra que el reforzar los esfuerzos por mejorar el desempeño en este proceso, facilitará la gestión de las organizaciones hacia un mejor futuro. Por otra parte también es conocido el hecho que el “liderazgo real”, se expresa con mayor fuerza en contextos de adversidad y cambio.

En este contexto realizamos una descripción de algunas prácticas que han presentado nuestros clientes y que afectan negativamente el liderazgo en seguridad.

Modos de Fallo del Liderazgo en tiempos de Covid-19
Foco exclusivo en Covid-19 Asignación de casi la totalidad de los esfuerzos con foco en la prevención de Covid-19, dejando de lado las actividades regulares (observaciones, inspecciones) para prevenir lesiones graves o fatales. Se denota una pérdida de equilibrio en la gestión preventiva. Esta situación se hace más visible, una vez que ocurren accidentes graves.
Complacencia La industria minera ha demostrado una disminución significativa de los accidentes con lesión. Dado que son eventos de baja frecuencia, se tiende a pensar que “nada malo va a pasar aquí” o “esta operación ha demostrado ser bastante segura”. Incluso independiente de la forma en se ejecute el trabajo, por ej. desviándose del procedimiento, se piensa que hay cierta “inmunidad” a la ocurrencia de accidentes. Con el tiempo esta forma de proceder se transforma en una perspectiva que se denomina complacencia, la cual resulta ser una vulnerabilidad para la Cultura Preventiva.
Énfasis en reuniones remotas de seguridad v/s actividades en terreno  El uso de la tecnología para realizar actividades de coordinación mediante plataformas virtuales, permite reducir el riesgo de contagio de Covid-19. Estas reuniones no permiten por su estructura el nivel de participación deseada, donde abundan los silencios (“sólo algunos hablan”). Por otra parte se opta por disminuir la cobertura de actividades en terreno para monitorear la ejecución de los trabajos (“tenemos menos dotación para hacer esto”). Se genera un déficit de información proactiva para la prevención de lesiones.
Falta de Retroalimentación Positiva Muchos de los comportamientos que se deben ejecutar en el escenario actual son nuevos y requieren de retroalimentación positiva para su correcta instalación y ejecución. Ha primado el foco en lo sancionatorio para quienes no ejecutan las conductas correctas. Desde el rol del líder se esperan más conversaciones positivas, para generar apoyo y confianza en el equipo de trabajo.
Énfasis en los procedimientos, bajo monitoreo de comportamientos Se ha privilegiado la emisión y difusión de procedimientos, cursos, normativas y reglamentos para la prevención de Covid-19. Todo esto es adecuado y se enmarca en las exigencias que establece la autoridad. Sin embargo no es suficiente para lograr su cumplimiento efectivo. Se requiere verificar si las personas pueden/quieren ejecutar las conductas esperadas y remover los obstáculos o barreras que dificultan su ejecución. Claramente el énfasis está puesto en los activadores de comportamientos y menos en las consecuencias de los mismos.
Disminución de observaciones conductuales entre pares (trabajadores) Los planes personalizados enfatizan la ejecución y cumplimiento de actividades preventivas de parte de supervisores. Los trabajadores tienen baja participación en actividades de seguridad. Básicamente realizan identificación de peligros antes de comenzar las tareas. Baja frecuencia de ejecución de observaciones conductuales de parte de este segmento, disminuye la posibilidad de influir en el proceso conductual.
Funcionamiento deficiente de los Equipos Guía SBC Ya sea por problemas de dotación o logísticos, los Equipos Guía del proceso de seguridad conductual, han presentado un bajo nivel de aporte en cuanto a planes de acción específicos, tanto para prevención de Covid-19 como también para detectar oportunamente precursores conductuales de lesiones graves y fatalidad.
Tecnologización v/s Humanización del control en el trabajo Desde el sentido común se plantea la premisa respecto a que los trabajadores exhiben comportamientos seguros sólo cuando los supervisores se encuentran presentes en el lugar de trabajo. Una vez con menos control percibido, los trabajadores realizan con mayor frecuencia comportamientos inseguros. Como medida correctiva se ha optado por instalar cámaras de manera de controlar esta desviación en forma remota, desde una sala de control o un dispositivo móvil. Prima la inmediatez del control tecnológico sobre posibilidad transformadora de la retroalimentación entre personas. Con esto se pierde la posibilidad de desarrollar una cultura de seguridad interdependiente basada el cuidado mutuo. Este escenario se convierte en terreno fértil para la desconfianza y la perspicacia. No es posible reemplazar las observaciones de comportamiento (cara a cara) sólo usando cámaras.


Todos sabemos que no han sido tiempos fáciles para asumir responsabilidades de liderazgo. La situación actual ha requerido de una gran cuota de esfuerzo y persistencia de parte del segmento ejecutivo y directivo. Pero su apoyo y compromiso para el tema de seguridad, es un factor clave ahora y también hacia el futuro.

Consideramos que las “habilidades blandas” están jugando un factor clave para conducir los equipos humanos que se desempeñan en el proceso productivo. La cercanía y comunicación directa es muy necesaria en estos días para interactuar y coordinarse. Es algo tan relevante como usar mascarilla y lavarse las manos. Puede ser por teléfono o por Zoom. También se puede dar cara a cara, si se cuentan con todas las medidas de protección y se respeta la distancia física. Necesitamos que los líderes dediquen tiempo a efectuar retroalimentación y a monitorear “cómo están ocurriendo las cosas aquí”. Hoy más que nunca se requiere preguntar a los colaboradores: ¿En qué te puedo ayudar?, ¿Cómo puedo ser útil para facilitar la continuidad operacional?, ¿Qué podemos hacer para impedir que un accidente grave nos pueda ocurrir en este sitio?.

En resumen la idea es generar mayores niveles de confianza y seguridad psicológica, para lograr un compromiso real en materia preventiva. En estos tiempos se requiere de un liderazgo que refuerce el cuidado mutuo. Sin vacuna disponible, son los comportamientos los que ayudarán a prevenir el Covid-19 y los accidentes graves o fatales. Por ahora, ahí está la denominada “primera línea”.

Autor: Gonzalo Urrea A, Consultor Senior Quality Safety Edge Latam. Contacto: gonzalo.urrea@qualitysafetyedge.com. Sitio web: qualitysafetyedge.com; qselatam.com.

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